Fernando Pérez Vasquez

Economista
OPINIÓN

PELLIZQUÉMONOS

No sé cuál será el grado de indisciplina social en otras ciudades, pero sí sé, -y lo vivo todos los dias-, la desenfrenada indisciplina, incultura e irrespeto por las normas de convivencia ciudadana que se está viviendo en Guadalajara de Buga, como si fuera un tiempo de enloquecimiento colectivo dirigido a violar todo.
¿Quiénes son?. No sé. Pero sí sé que no son la mayoría.
Los que tenemos que aguantar ese desenfreno sí somos la mayoría.
Es increíble la cantidad de gente en moto violando vía; con el casco colocado de cualquier manera, conduciendo de una forma tan atrevida y suicida que son muchas las personas lastimadas; muchas, más allá de las estadísticas que recogen las autoridades.
Tengo sitios y tengo evidencias de esto. Niñitos montados en esos aparatos haciendo toda clase de diabluras que generalmente terminan en muerto.
Espacio público invadido. Uso de los avisos y tableros al antojo y libre albedrío del negocio de turno, incluida la invasión de andenes. Toldos, carpas, alerones, pasacalles, tableros de anuncios en los semáforos; invasión de las esquinas; motocicletas y automotores colocados en cualquier parte, vendedores ambulantes, estacionarios, maneros. Qué despelote.
Hay de todo, en un ambiente de histeria que hasta los mismos violadores de las normas y de las reglas se vuelven agresivos ante la autoridad; y la comunidad actúa indiferente o hasta el colmo de abuchearla. Insólito.
Mientras tanto la ciudadanía toda, incluidos usted y yo, actuamos como si lo que estuviera pasando no tuviera qué ver con el diario vivir de cada uno. Existe una indiferencia que raya en el "importaculismo" por las cosas que nos están pasando, como si no estuviera en nuestras manos hacer un esfuerzo por resolverlas.
¿De qué vale que las autoridades hagan todos los esfuerzos posibles por atacar estos problemas si la misma comunidad es cómplice de estos actos y hasta los cohonestamos sin medir las consecuencias del desajuste que todo esto le está generando a la ciudad como un todo?.
Se nos dirá que en los derechos humanos primero está el individuo. Sí, pero que no se nos olvide que en sociedad el interés general está por encima, universalmente, del interés particular.
Le queda muy fácil a los detractores o a aquellos que solo están por la crítica sin aportar nada a las soluciones, que esa tarea le debe corresponder a las autoridades.
Le corresponde a las autoridades, sí. Pero el desmadre es tan grande que llegó el momento de actuar todos.
O nos pellizcamos los Bugueños de bien, que somos todos, o se nos convierte el pueblito en una tierra sin Dios y sin Ley.
El que no quiera respetar las normas, que se vaya para otra parte o si no, que le caiga todo el peso de la Ley y del escarnio público.
A propósito, ¿para qué son las multas?.

DESPACIO QUE VAMOS DE PRISA

Una de las apreciaciones que uno más escucha en la calle o en reuniones respecto al crecimiento de las ciudades es, que por atender todos los eventos del día a día se descuida la mirada visionaria del futuro, sobre el que hay que trabajar consistentemente.
Y que en el ejercicio de las funciones y responsabilidades de los dirigentes se opta por concentrar sus gestiones y limitados recursos a atender las urgencias, -llámese inmediatismos o apaga incendios-, quedando por fuera las metas gruesas del desarrollo económico local.
De ese círculo vicioso no se saldrá hasta que no se actúe con precisión y lógica en la implementación de planes estratégicos para el desarrollo territorial; sin afanes, -sin prisa pero sin pausa-, sin vendedores ambulantes de ilusiones; seleccionando serenamente las prioridades y creando un entorno favorable para la economía hacia donde converjan tanto la opción de la generación de empleo como la atracción de inversiones; que son las que dinamizan el crecimiento regional.
Tenerla clara no significa hacerla ya. Y tenerla clara es determinar la ruta a seguir con respecto a las prioridades, obtener el apoyo de todas las fuerzas vivas locales y apropiar los recursos; porque esto sin plata no funciona. Si no es así, no pasamos de seguir soñando y haciendo solo el dia a dia.
Buscar opciones nacionales o internacionales de manera errática y aislada tampoco generan el impacto de conjunto deseado.
Y después de los juegos pirotécnicos no queda nada.
Entonces diríamos que una visión clara de futuro nos genera eficacia, impacto y credibilidad. Esa visión se construye todos los días con la misma comunidad y lejos de los escritorios.
Y más que el afán de querer hacer todo de manera inmediata, valdría la pena concentrar los esfuerzos para salir de ese tumulto frenético de "hacer por hacer".
Ya Napoleón Bonaparte nos dejó ejemplo con su famoso "Vísteme despacio que vamos de prisa".

En Este Pueblo Algo Va A Pasar

Recordando el famoso cuento de Gabriel García Márquez y asociándolo con lo que hoy le está pasando a Buga con el INCO en relación con la construcción de la doble calzada y la afectación que esa obra le significa a muchísima gente a lado y lado de la vía, bien vale la pena pararle bolas ya. Los testimonios, las evidencias y los sucesos que la comunidad ha venido denunciando a todo lo largo del Valle del Cauca, -y no solamente en Buga-, merece la atención del gobierno nacional. Y ojalá que los ánimos no se calienten más y terminemos como en el cuento de Gabo.
Con la diferencia que en el cuento, todo resultó de un pálpito de la viejita y sus dos hijos, uno tan chismoso como el resto del pueblo que se comió el chisme. Hasta que el pueblo terminó incendiado. Aquí, por todo lo que se sabe, los únicos culpables son los señores del INCO. La arrogancia y la mamadera de gallo, de reunioncita en reunioncita con la comunidad, no puede continuar. Sus comportamientos son actitudes provocadoras; y el ambiente se está enrareciendo. Que después no digan que fue la comunidad la que terminó actuando por las vías de hecho en algo que si no se resuelve pronto, se ve venir.
Los contratistas ajustarán los contratos con el argumento de fuerza mayor o imprevistos. De esto ya la comunidad conoce un poquito más.
Pero de las obras no previstas, -porque los contratos los arman en Bogotá-, de eso, no se resuelve nada.
Entonces si no se resuelven los asuntos obvios que afectan las condiciones de vida de una comunidad, quiere decir que dichas obras han sido mal planificadas; decididas con afán; decididas sin consultar con los afectados posibles; y así las cosas, hay que decir que esas obras podrían denunciarse por no reunir todos los criterios previos que se estudian para su aprobación, licitación y contratación. Con los que no se puede jugar es con las comunidades. A menos que también terminemos incendiados. Ojalá que no sea eso. Pero la comunidad merece respeto y atención.

Hablando del desarrollo de Buga

Hablando de desarrollo económico local, qué pasaría si a Buga le quitaran el Señor de los Milagros?.
Un interrogante que automáticamente nos pone a pensar a todos. Un buen tema para la próxima campaña política.
Nos despreocupamos del desarrollo económico local por simplemente resolver el día a día. Y la avalancha de la informalidad presiona las soluciones y deteriora todo. En muchos casos se habla de hambre; en la mayoría, de viveza de algunos y todo esto acentúa las tensiones sociales, promueve la indisciplina social e impide la implementación de un modelo en donde las oportunidades legales estén al alcance de todos.
Entonces, tenemos que dejar de pensar en "chiquito" y es urgente que propiciemos una fuerza centrípeta que nos permita pensar en grande y superar los límites geográficos del territorio, para buscar aliados estratégicos. La realidad es cambiante.
No podemos poner todos los huevos en un solo canasto. No más vean lo que nos está pasando con el mercado venezolano. Los gobernantes de nuestra frontera andan buscando por el mundo otros aliados estratégicos para suplir con urgencia las realidades actuales con el vecino país.
¿Qué tanto dependemos del Señor de los Milagros?. En todo. ¿Qué nos queda por mostrar distinto al Milagroso?
Entonces es el momento de metérsela toda, -con plata y con recursos-, a la venta de las otras potencialidades espectaculares que tiene Buga.
Aquí encerrados solo seguimos resolviendo los problemitas del día a día y se nos escaparía por entre los dedos la oportunidad de un futuro muy grande para la ciudad y la región, que muchos ya han reconocido.